Una imagen radiológica es una representación visual del interior del cuerpo humano o de objetos utilizando radiación electromagnética.
La radiografía, la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM) y la fluoroscopia son algunos ejemplos de técnicas de imágenes radiológicas.
El funcionamiento básico de las imágenes radiológicas implica el uso de radiación electromagnética, como los rayos X, ondas de radiofrecuencia o campos magnéticos, para obtener información sobre la estructura interna del cuerpo. Cada técnica de imagen radiológica tiene sus propios principios y modalidades de adquisición de imágenes.
En una radiografía convencional, se hace pasar un haz de rayos X a través del cuerpo hacia una placa o un detector sensible. Los tejidos del cuerpo absorben diferentes cantidades de radiación, lo que resulta en una imagen en blanco y negro que muestra diferentes estructuras y densidades.
En la tomografía computarizada, se utiliza un equipo especial que gira alrededor del cuerpo para capturar múltiples imágenes transversales. Estas imágenes se combinan mediante un ordenador para crear secciones transversales detalladas del cuerpo en diferentes planos.
La resonancia magnética utiliza campos magnéticos y ondas de radiofrecuencia para generar imágenes detalladas de los órganos y tejidos. El paciente se coloca en un tubo dentro de un imán potente, y las señales generadas por el cuerpo en respuesta a los campos magnéticos se convierten en imágenes en un ordenador.
La fluoroscopia implica la proyección continua de rayos X en tiempo real, lo que permite la visualización en movimiento de estructuras internas como el sistema digestivo o los vasos sanguíneos.
Las imágenes radiológicas son obtenidas mediante la interacción de radiación electromagnética con el cuerpo o el objeto, y luego se procesan y se visualizan para proporcionar información diagnóstica a los médicos y radiólogos. Cada técnica tiene sus propias ventajas y aplicaciones clínicas específicas.
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